Saciar el Fuego
Colección Los Conjurados
ISBN 978-958-9233-78-8
Obra Pictórica: Luis Cabrera
Jacobo Díaz Arana. Bogotá, 1978. Cursó estudios de Guión cinematográfico y libreto
para televisión con el realizador Lisandro Duqueen la Escuela de Cine Black
María en 2002. Realizó estudios de cine y fotografía en la Corporación
Universitaria Unitec.Entre los diversos cursos y seminarios adelantados en los
campos del arte y la cultura, destacan: Música en la Orquesta Sinfónica Juvenil
y en la Academina Francisco Cristancho; Historia del Arte: Fundación Gilberto
Alzáte Avendaño (2012); Diplomado en Figura Humana Clásica, Facultad de Artes
de la Universidad Nacional de Colombia, (2018). Ha publicado los libros de
poesía: Camino (2008); Parece
que el viento quiere ser escuchado (2012), Estación (2014), y Saciar el Fuego (Común Presencia
Editores, 2019).
Y que va a ser de nosotros sin nosotros, eso de calcular
más o menos cuándo se nos dará aquello, su
fea marca, lo de nadar y quemarse en sentir y en
pensar, ir entre las flores escogiendo la precisa para
cada quien, hago lo que es común a todos, existir
aunque sea en la amargura, en la pesadumbre, vamos
entendiéndonos entre todos con bastante agonía, he
ocultado un poco mi defecto, pero sale a flote; la realidad
es infalible como una imprecación, que ganas
tengo de morir sin la muerte, el rayo rompe la tierra
en dos contra el porvenir, porque en todo lado hay
otro pueblo y ciudad, ya los arboles agitados como
manos despidiéndose, ya aquella moneda como un
plato para insectos, no hay sentimiento o pensamiento
de la montaña y de la mar, como un animal sea la
noche; me han empacado en tu baúl y en tu cajón,
como si se tratara de un raro espécimen que huye de
un circo de fantasmas, de un equipo de monstruos, al
desaparecer aparece la sombra.
Homenajes (Fragmento)
23
Hay un juego banal, un sacro alegrarse,
ese divertirse en el dolor. Un par de colores
con notas, acaso el tono de una forma.
Él y él contra la madera, contra la tela,
es el mancillado odio, odio que educa.
Aquel hundirse y brotar entre la carne;
la carne también es abismo. El humano es
una risa demacrada. Es el sufrimiento erótico.
24
Buscar un templo en el infinito;
el infierno cede
–si todos fuéramos así,
¿la realidad así?
flor desde la voz–
ángel con las alas de sangre.
Una mano palpa la oscuridad
(ese paraíso de la espina)
esa mística sin silencio.
Derechos reservados
© Jacobo Díaz Arana