Pío Fernando Gaona - Las tierras posibles

Las tierras posibles  – Pío Fernando Gaona
ISBN 978-958-9233-61-0 
114 pg. 2016. Colección Los Conjurados
Obra pictórica: Ángel Loochkartt

Pío Fernando Gaona Pinzón nació en Güepsa (Santander), 1954. Tras realizar estudios de Matemáticas y Física y residir en Moniquirá y Tunja, se radicó en Bogotá en donde se ha desempeñado como docente y editor. Ha publicado las novelas Diana Umbra (1990) y Nada es eterno (1995), y el poemario Portón del tiempo (2001), en la Cooperativa Editorial Magisterio. 
Los siguientes poemas pertenecen al libro Las tierras posibles de la Colección Los Conjurados. 


LAS TIERRAS POSIBLES

Un azar difícil nos lleva de un lugar a otro, asistidos por lógicas en apariencia consistentes.
En la trama del Universo, ¿quién sabe?, puede que no tengan fin las Tierras posibles.
Y el tiempo, ¡qué poco duran la carne y el hueso!
Y qué es la memoria, dolorosa memoria, si no incorporas lo querido.
Y cuál es el fin si no te sostienes en contra de la fe, en contra de lo establecido, y liberas tu imaginación hacia otros mundos deseados.
Tejo pensamientos con Eliseo Diego y Xavier Zubiri.
En la puerta del Café, entre las sombras del anochecer, aparece un niño con una caja de dulces.
Entra y me ofrece para que le compre.
Le digo no con voz silenciosa.
Me pide que le ofrezca café.
De nuevo le digo no.
Me mira un instante.
Un vigilante uniformado lo toma del brazo y se dirigen hacia la calle.
Mientras tomo agua aromática me doy cuenta de que habría podido pedir un café para él. Así, entraríamos al mismo mundo.
Ya es tarde. Las dimensiones del Universo han cambiado para los dos.
Al salir, encuentro al vigilante parado en el andén.
Él tampoco puede estar adentro.
Él está en la calle, y yo, ahora, también.


SILENCIO

Por favor, un poco de sopa.
Todavía no.
Por favor, un poco de sopa.
Todavía no. Vuelva más tarde.
¿A qué horas?
Silencio.
¿A qué horas?
Silencio.
El hombre baja el recipiente de plástico que sostiene en la mano derecha. Sale del restaurante. Muestra un gesto de desesperanza, de rabia. Sus labios dibujan insultos y amenazas.
Le pregunto a la mujer que atiende a los clientes ¿por qué no le dijo la hora? Él solo quería ser puntual.



EL VASO DESECHABLE

Una mujer atiende a un hombre en la puerta del restaurante. Ella tiene en las manos un vaso desechable con café caliente.
¿Cómo quiere el café?, ¿con azúcar?, ¿azúcar light?, diga, diga…
Él no sabe qué responder o no le importa. Solo la ansiedad en su mirada, en sus manos. Observa el café que podría quitarle el frío, después de pasar la noche a la intemperie.
La mujer rompe un sobre de azúcar. Lo vierte en el café. Lo revuelve con un pitillo corto y se lo ofrece.
Él recibe el vaso. Le agradece. Comienza a caminar. En la siguiente esquina toma otra calle, después otra.

¿Cuál calle?, ¿cuál adónde?